Mi bisabuela Antonia, creía en las brujas...
Cuando se quedaba sola en el oscuro caserón, donde vivía con su marido y su numerosa prole, tapaba con trapos los ojos de las cerraduras, y ponía agujas laneras cruzadas debajo de las puertas, para que no pudieran entrar...
También, antes de acostarse, colocaba las tenazas del hogar en forma de cruz, bajo la campana de la chimenea, sobre las cenizas aún calientes,
y rezaba una oración que sólo ella conocía...
Acumuer, donde estaba destinado su marido, es un pequeño lugar que visitamos hace unos años mi hijo y yo...
La verdad, el hecho de vivir allí debía de ser, en aquellos tiempos, como para creer en cualquier cosa..
sábado, 9 de enero de 2010
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