jueves, 27 de mayo de 2010

Curso 1957-58. Hermano Tomás.

Colegio de PP.Escolapios, Jaca.
Curso 1957-58.
Primera clase o Infantil.
Hermano Tomás.
Reconozco y recuerdo: Arriba, al mismo nivel que el hermano escolapio, Carlos Mengual.
Siguiente fila, (de detrás a adelante siempre, y de izquierda a derecha), LLosá, Enrique Piedrafita, Carlos Borraz, ?, ?, ?, Fernado Sarto Zubero, Esteban Pérez, ?.
Siguiente fila, Valentín Maté, que no se divisa del todo, Enrique Pérez Tudela, ?, ?, ?,?, Santiago González Catalinete, medio oculto, ?, José Luis Alegre Gil.
Siguiente fila: Féliz Retuerto Pescador, ?, Francisco Trenado Barragán, Benedicto Chavarría, Carlos Gil Arguedas, ?, Isidoro Sánchez Guillén, "Sito", Javier Anaya Gan, Esteban Retuerto Prescador.
Ya en primera fila: Maté, (hermano pequeño de Valentín Maté), ?, ?, Piedrafita pequeño, ?, José Antonio Mañas, Mengual.

Uno de los niños, señalado con interrogante, falleció durante el verano de 1958.
No lo recuerdo bien...
Fue un año de nieves, fríos y lluvias...
En el mes de mayo, el tiempo se hizo más benigno...
Y el verano fue muy caluroso...

La fotografía, creo que es de "Foto Barrio", y está tomada en e patio interior, conocido como el "recreo de la Virgen".

miércoles, 26 de mayo de 2010

Estación de Canfranc...

Todavía he podido hallar una nueva imagen de la Estación Internacional de Canfranc, nostrando el estado de las obras. Se oberva, a la izquierda, una Torre de Fusileros, que, acaso no sea la misma que contemplamos hoy, ya restaurada.

"El Coyote", de José Mallorquí...


"El Coyote", por José Mallorquí.
"Los servidores del Círculo Verde"
Primera edición, 1947.
Ediciones "Cliper"
Impreso en España.
Imprenta moderna, C/. París, 134, Barcelona.
Aunque los hechos relatados en esta novela son imaginarios, están basados
en uno de los sucesos reales más trágicos de la historia de la ciudad de Los Ángeles,
conocido como "La matanza de los chinos".
"El Coyote", al que sucederían las novelas de D. Marcial Lafuente Estefanía, y Doña Corín Tellado, lleno el ansia de fantasías de aquellos difíciles años cuarenta. Su precio, tres pesetas, no era una ganga para la economía de la época, precisamente...
Sin embargo, se leía apasionadamente.

sábado, 15 de mayo de 2010

Un álbum de "Nestlé"...


Una tarde del otoño de 1957, "tarde parda y fría"..., y lluviosa..., mi madre me regalo este álbum, editado por chocolates "Nestlé".
Yo estaba en cama, con el primer catarro de la temporada.
Había venido D. Eduardo del Pueyo, jovencísimo entonces, quien me recetó las consabidas inyecciones, algún jarabe, y puede que algún que otro fármaco.
Las inyecciones me las "ponía" doña Amparo, la practicanta y comadrona, que asistió a mi madre en mi nacimiento, y a quien recuerdo por su amabilidad y cariño.
El álbum de "Nestlé", había que ir llenándolo con los cromos que salían en las chocolatinas, o en las tabletas de chocolate...
No llegué a terminarlo...
Era algo frecuente...
Con todo, creo que hay, pegados en él, al menos un 85% de los cromos...
Mi madre, se encargaba incluso de cambiarlos, para ir aumentando la colección...
Lo conservo como una joya, aunque está bastante "sufrido" por el uso...
Ese otoño, los rusos, colocaron en órbita el primer satélite artificial, el "Sputnik".
En la película "Cielo de octubre", se relata el hecho, y la voluntad de unos adolescentes de emular a la Unión Soviética en la carrera espacial, recién comenzada.

"El nuevo camarada", Cartilla, 1950.





"El nuevo camarada".
Cartilla utilizada en la escuela pública, al comienzo de los años 50.
Editada por Dalmau Carles, Pla, Gerona, Madrid, 1950.


miércoles, 5 de mayo de 2010

...una costumbre del Viernes de Mayo...

Hasta bien entrados los ochenta, y antes de que mi madre dejara la casa de la calle Escuelas Pías, para ir a ocupar una vivienda más confortable, aún colgaban de una escarpia de la bodega unas varillas de hierro, que, por un lado tenían un asa, y por el otro, una punta roma, estrechada lo suficiente para que cupiera un fulminante o "pistón", como nosotros lo llamábamos... El día anterior a la fiesta, ya habíamos dado el suficiente mal para que nos soltaran dos o tres pesetas, con las que comprar, en la armería de la calle Zocotín, una provisión de fulminantes. Y así, el Primer Viernes de Mayo, salíamos a la calle con la varilla y la cajita de las municiones, que eran para cartuchos de escopeta de caza. Se colocaba uno en el extremo, y se golpeaba con fuerza contra el suelo... La detonación no era muy notable, precisamente, pero, para nosotros, la chiquillería de entonces, constituía una hazaña... Recuerdo a cierto colegial, que lloraba como un desesperado, porque la provisión de fulminantes se le había caído en un charco, quedando inutilizados, y él, desprovisto de toda posibilidad de diversión... Y con el "gancho" en la mano, (así llamábamos a las varillas), inservible ya... Vamos, la imagen de la desolación... Siempre había espíritus compasivos, o el amigo inseparable, que le ofrecían uno o dos fulminantes, como muestra de solidaridad...
Solíamos guardar aparte unos pocos "pistones", para detonarlos al mismo tiempo que las escuadras de artesanas y labradores hacían sus descargas...
También se daba el caso, de que los miembros de una pandilla se pusieran de acuerdo, para golpear el hierro contra la acera o los adoquines, al unísono, a fin de lograr un mayor efecto...
Existía también el malintencionado, que hacía su descarga tras dos o tres viejecitas que contemplaban el paso de la comitiva... O que, estratégicamente situado a espaldas de un grupo de colegialas del colegio de las Benedictinas, o el de Santa Ana, cargaba incluso con dos fulminantes, para solazarse con el griterío que provocaba la inesperada detonación...
Otros tiempos eran..., ni mejores ni peores, simplemente, otros tiempos...

...poner la perra...

Cuando mi padre era estudiante de Bachillerato, allá por los años treinta, una diversión muy extendida entre la gente joven, era la de "poner la perra". Una perra, una moneda de diez céntimos, más o menos, que se colocaba sobre un raíl, a unos doscientos o trescientos metros de la estación de Jaca, para que el tren de la tarde la convirtiera en una lámina, que cada vez se iba adelgazando más y más... A veces, "la perra", desaparecía o era lanzada váyase a saber, si la locomotora llegaba con más velocidad de la habitual... Y se comenzaba etonces con una nueva...
Mi padre, que era muy paseador, me enseñó el entretenimiento, y alguna que otra tarde de verano íbamos los dos, por el camino de la fuente "Marchán", hasta una pequeña explanada, y esperábamos que llegara algún tren de Canfranc. La Estación Internacional, que funcionaba a pleno rendimiento, tenía un tráfico considerable.
En las noches de verano, desde la terraza de casa, escuchábamos el silbido de las locomotoras, y decíamos: -...ese es un "mercancías"..., ese es el Zaragoza-Canfrac..., ese es uno "que va a Francia"...
Volviendo a la historia de la "perra", mi padre, nada más que llegaba un tren a la estación de Jaca, colocaba una o dos monedas de diez céntimos sobre el raíl, y luego, sentados sobre la hierba, esperábamos... En ocasiones, la moneda desaparecía entre la piedra picada del tendido... Otras, era recuperada, y guardada "para otra vez"...
Puede que todavía quede algún superviviente de aquellos años, que haya practicado el juego, inocente juego, por cierto, de experimentar cómo aquellos pesados ferrocarriles de antaño, convertían a una sufrida moneda en una lámina ovalada...

sábado, 1 de mayo de 2010

...oscuras golondrinas...

Sí, solía ser a primeros de mayo, cuando retornaban golondrinas y vencejos, venidos de tierras cálidas...
De pronto, una mañana, al salir a la terraza, las oía piar, mientras cruzaban el cielo tan raudas que parecía imposible...
Yo, sentía una íntima emoción, una alegría interior, motivada acaso porque el invierno se había ido por fin, y eran de promesa de un tiempo de luz, de una época, que sí, que pasaría como pasa todo, pero que se podía disfrutar mientras tanto, despreocupadamente...
-Ya han llegado los "falcinos", decía mi abuelo, mientras las contemplaba...
Luego, gracias al Bachiller, que nos hacía algo pedantones, supe el por qué de "falcinos"...
Y recitaba en silencio los primeros versos del poema de Gustavo Adolfo Bécquer...

Se acerca el Viernes de Mayo...

Mis abuelos, mientras yo leía, como de costumbre, comentaron este hecho más de una vez.
Eran vecinos de dos chicas jóvenes, puede que unas adolescentes todavía, que vivían próximas a la "placeta" del Pilar, apodadas o conocidas como "las cazoletas"...
Durante la República, en la festividad del Viernes de Mayo, salieron ambas, vestidas de "artesanas", portando una bandera republicana que iba de lado a lado de la calle.
Fueron fusiladas pocos días después del 18 de julio.
Y yo, me entristecía al escuchar esta historia.
Porque no veía ningún sentido en poner contra la tapia a dos jóvenes, por el simple hecho de mostrarse portando una bandera "diferente".
En Jaca hubo muchas represalias, con o sin fundamento, que tuvieron tintes terribles, dignos de un grabado de Goya.
Ha pasado el tiempo, pero conservo en la memoria una acción que hoy, afortunadamente, sería inconcebible...
Y es que la guerra, y más una guerra civil, cierto es que convierte a los hombres en fieras, los desprovee de raciocinio, y los torna crueles y sin sentimientos...

...dichos...

Mi abuela, cuando llegaba el mes de mayo, solía decir:
"Las mañanitas de abril,
son muy buenas de dormir...
Y las de mayo,
mejor que todo el año..."
A lo que mi madre, que tenía cierto sentido estético, respondía, en un murmullo:
"Las mañanitas de abril
son buenas para dormir...
Y las de mayo mejor
si no despierta el amor..."
Y luego, mientras avanzaba por el largo pasillo de nuestra casa, recitaba:
"Marzo ventoso
y abril lluvioso,
hace a mayo
florido y hermoso..."
No he olvidado aquellos dichos, que tantas veces escuché de los labios de ambas...
Ya habían comenzado a brotar las tímidas hojas de la parra...
Y los atardeceres eran más tibios...