domingo, 31 de enero de 2010

Radio Jaca...







Radio Jaca emitió por primera vez en el verano de 1958.
Creo que en el mes de julio...
No estoy seguro...
Sí recuerdo que fue un verano muy caluroso, con abundantes tormentas vespertinas.
Pasado el mediodía, comenzaban a llegar las nubes, densas, oscuras, y antes de la puesta de sol,
descargaban un preludio de gruesos goterones, para, inmediatamente, diluviar.
El río Gas se desbordaba, alimentado por sus barrancos y el agua llegaba hasta la carretera.
Eran tormentas muy aparatosas.
Rayos y truenos, granizo, viento fuerte...
Y luego, todo volvía a la calma...
Una tarde de ese verano, se inauguró la emisora, bendecida, segun mandaban los cánones de la época, por el Obispo, D. Ángel Hidalgo Ibáñez...
Y la primera música que se escuchó fue el pasodoble "El relicario".
Mi madre comentaba el hecho con cierta admiración...
Hablaré más de radio Jaca.
Estas fotografías corresponden al edificio donde se instaló la emisora.
Puede verse todavía la antena.
La ventana abierta, en el último piso, era la del estudio.
En el verano de 1965, radio Jaca dejó de emitir...
Mientras estuvo activa, llenó un importante hueco informativo en la ciudad y en la comarca...


viernes, 29 de enero de 2010

Ana Jarne, mi madrina...

Ana Jarne, mi madrina, fue novia de mi tío, José Pérez Quílez...
Un noviazgo dolorosamente interrumpido por la temprana muerte de mi tío José, a los 30 años, en 1950.
Tengo muy buenos recuerdos de ella...
Esta fotografía es de los años 45 al 50, y está hecha en Zaragoza, en el estudio del fotógrafo "Antonio".

martes, 26 de enero de 2010

El caudaloso río Gas...


El agua llegaba escasamente a las rodillas en los lugares más profundos...
Aquí, en esta fotografía, estoy sentado en el fondo del río, y, aún así, puede verse lo poco que cubría, sobre todo en el estiaje.
La fotografía es de mi tío, Antonio García Márquez, con una cámara de baquelita, que era el paradigma de la simplicidad.
Un visor, un objetivo y un disparador...
Pero, claro, para aquellos años, y me estoy refiriendo al feliz verano de 1962, la calidad de una fotografía no se tenía en cuenta...
Con tal que se reconociesen los retratados, todo daba igual...
(En el río Gas, agosto de 1962.)

domingo, 24 de enero de 2010

La bandera republicana ondea en el colegio de los PP. Escolapios.

El día 14 de abril de 1931, un grupo de militares y ciudadanos, penetró en el Colegio de los PP. Escolapios de Jaca, "de forma ordenada y sin alborotos", exigiendo la presencia del Rector.
Una vez hubo acudido éste, se le notificó verbalmente que debía permitir que la bandera republicana ondeara en el colegio, a lo que el Rector no se opuso, y acompañó al grupo hasta el lugar donde había un asta para tal fin, en una ventana que daba a la calle Mayor.
Sin inmutarse, el Rector contempló cómo era colocada la bandera en el asta, y su posterior izado.
Es más, al ver que había quedado algún pliegue, él mismo, con sus propias manos, ayudó a que ondeara debidamente.
Mis abuelos, mi padre, mi tío y mi tía, junto a otros ciudadanos de Jaca, contemplaban el acto desde la acera opuesta.
Se retiró el grupo, dejando un soldado de guardia, con fusil y bayoneta calada, junto a la entrada principal del colegio, por si algún exaltado pretendiese alguna acción contra los padres, o el mismo colegio.

La sublevación de Jaca...

Según mi abuela, mi tío José, la mañana del 12 de diciembre de 1930, se dirigía a cumplir con sus obligaciones como monaguillo, en la iglesia del Carmen.
Ignoraba lo que estaba sucediendo, porque un militar lo detuvo antes de que llegara, a la altura de la travesía del Viento, y lo hizo volver a casa.
-¡Niño, vamos, vuelve a casa enseguida!
-¿Que ocurre...?, preguntó mi tío inocentemente...
-Vete a casa...¡Que hay guerra!

Más recuerdos de la guerra...

En las noches de invierno, mientras yo leía, mis abuelos conversaban...
Evocaban años jóvenes, y muchas veces, revivían el tiempo pasado en su dulce Levante...
Pero la guerra estaba todavía presente...
En 1964 se celebraron, o se conmemoraron, los 25 años de paz.
El día 1 de abril hubo un megadesfile en Madrid, retransmitido por radio y televisión.
Habían pasado veinticinco años, pero los recuerdos afloraban a pesar de todo...
A veces, con medias palabras, mis abuelos referían hechos ocurridos en Jaca.
Y siempre, siempre, un punto negro, una onda oscura, envolvía aquellas conversaciones.
Cuando se hablaba de la guerra, era hablar de un terrible espectro, de una sangrienta visión, que, aún parecía gravitar sobre el país...
La guerra es una desgracia, pero una guerra civil lo es más todavía...
En ocasiones, cuando yo levantaba la cabeza del libro, se hacía el silencio...
Mi abuela, se calaba las gafas nuevamente y seguía con una de sus interminables labores de ganchillo...
Mi abuelo, entrecerraba los ojos, y hacía como que escuchaba la radio...
Yo tenía trece años...
Y muchas noches me acostaba con una extraña e incierta sensación de inseguridad...
¿Y si volvía la guerra un día...?
¿Qué sería de nosotros, dos ancianos y un niño...?
¿Qué sería de nosotros...?

sábado, 23 de enero de 2010

Recuerdos de la guerra...

Mi abuela me contaba que durante el primer bombardeo por parte de la aviación de la República, se escondió en el hueco de la escalera, detrás de la puerta de enmedio, donde apenas si cabía una persona...
Y que mi abuelo, mi padre y mi tío, se subieron al muro de la terraza, para ver cómo los aviones dejaban caer su carga destructora sobre las faldas del monte Oroel, donde había un polvorín, del que aún quedan restos visibles.
Luego, cuando los ataques se intensificaron, ellos, al igual que otras familias, se iban a pasar el día al campo, lejos de Jaca, tratando de evitar las bombas.
Mi padre tenía un amigo, Antonio Escudero Torres, que vivía en la calle de Bellido, esquina con calle Echegaray. El padre de Antonio Escudero, D. Mario, murió durante un bombardeo, en el "paseo de invierno", cerca de la esquina con calle 7 de febrero.
Los Escudero tenían una criada, a la antigua usanza, que se llamaba Rafaela. Digo a la antigua usanza, porque era como la madre, la abuela y la tía. La que se ocupaba tanto de los quehaceres domésticos, como de la educación, igual que de llevar a los chicos al colegio e imponerles la obligación de hacer los deberes y estudiar todos los días.
Rafaela, una viejecita menuda, con muchísima vitalidad, solía venir por casa alguna que otra vez, y siempre nos traía algo, ya fuesen unos caramelos, una bolsa de cacahuetes, o lo primero que tuviera a mano.
Conservo un libro que fue de los Escudero: "Tratado General de Física. Donde se recogen las últimas innovaciones de la Exposición Universal de París de 1864."
Seguramente, se lo prestaron a mi padre, y ya se sabe...
La verdad, es una pequeña joya. A veces suelo hojearlo, y sorprende la gran cantidad de conocimientos de que se disponía en aquella época.
Antonio Escudero, alcanzó la graduación de coronel en la Infantería de Marina, y estuvo destinado en Vigo durante nucho tiempo. La última vez que lo vi fue en el verano de 1972. Vino a casa para dar sus condolencias a mi abuelo. Mi abuela había fallecido unos meses antes, el 24 de
abril.
Luego, ya no tuvimos más noticias...

Fermín Galán...

Fotografía de Fermín Galán.
(Fecha sin precisar.)

martes, 19 de enero de 2010

El solar del antiguo colegio...

Enero de 1985.
Solar donde estuvo situado el Colegio de los PP. Escolapios...
Puede verse "la campanilla", "casa Izuel", y otros edificios que aún se mantienen en pie...

Sillería del coro de la Catedral...

Imagen tallada de una "misericordia", o falso asiento, situado en la parte inferior de cada uno de los asientos reales del coro de la Catedral.
Su finalidad consistía en que los canónigos y sacerdores catedralicios, pudieran soportar las largas horas de liturgia, apoyándose en este saliente, simulando estar de pie.
La imaginación popular, que siempre se desborda, atribuye, según el gesto de cada una de las tallas, el lugar donde debió de sentarse cada clérigo.
Esto se debe a la particularidad de que cada rostro, muestra una expresión diferente, ya de enfado, ya de sorpresa, ya de indiferencia o de bondad, incluso...
Todo se debió a un capricho del maestro tallista, nada más que eso...
Pero la leyenda está creada...
Esta imagen es del mes de agosto de 1980.
Treinta años...
Para la Catedral, un leve parpadeo...

Una imagen perdida en el tiempo...

En 1977 aún había campos cultivados junto a los glacis de la ciudadela...
Esta imagen no necesita comentarios...
El sol del atardecer proyecta sombras en los rastrojos de un campo de trigo tras la siega...
Finales de agosto del 77...

Primavera de 1973...


No sé quién me hizo esta fotografía...
Conozco la fecha, porque está escrita detrás: Marzo de 1973.

María José...

¡Dónde estarán tus ojos...!

Otra imagen de Víctor...


También en la primavera avanzada de 1969.
El Collarada, al fondo, desde el monte de Asieso.
¡Éramos tan jóvenes...!

Mi amigo Víctor...


Víctor Landa, en junio de 1969.
Siempre fuimos "bichos de campo".
A la mínima, estábamos recorriendo cualquier camino, sin rumbo fijo..., lo importante era caminar y conversar...
Fuimos inseparables mientras estuvo en Jaca, y, todavía hoy, nuestra amistad se mantiene como siempre...
Estas Navidades, mi hijo y yo fuimos a visitarlo a Monzón, donde vive desde hace muchos años, con su mujer y sus dos hijos...
Por la mañana, hicimos una sesión de fotpgrafía en la interminable chopera que tanto nos gusta...
Y quedamos en vernos el último fin de semana de enero...

Un amigo...


Roberto Nadal, diciembre de 1970, unos días antes de la Navidad.
Tengo buenos recuerdos de Roberto.
Le gustaba pasear, como a mí.
¡Hablábamos de tantas cosas...!
En septiembre de 1971, su familia se fue de Jaca, pues trasladaron a su padre.
Roberto, era un chico solitario, apenas tenía amigos, y no se relacionaba apenas...
Pero nos llevábamos bien...
En la Semana Santa de 2002 lo visité en Covarrubias(Burgos), y, a pesar de los años, no había cambiado...

domingo, 17 de enero de 2010

Las Benedictinas...

Otra vista del Monasterio de las Benedicitinas...
Con la misma fecha que la entrada anterior...

La catedral, años 20...

La Catedral de Jaca, desde la calle Bellido, a finales de los años 20...

No estoy muy seguro de la fecha, esa es la verdad...

Derribos...


Casas en estado de demolición, en la esquina de C/. Cambras con C/. 7 de febrero.
Fotografía realizada en la Navidad de 1989-90...


Las Benedicitinas...

Vista del Monasterio de las Madres Benedicitinas, a principios de los años ochenta. Todavía no se había construído en esa bajada, que aparece aquí, como estuvo siempre, llena de matorrales y plantas silvestres...

Calle de las Cambras...


De pequeño, me preguntaba qué serían "las Cambras..."
La verdad, sigo sin saberlo...
Esta calle, siempre en penumbra, apenas rozada por el sol, me gustaba por su sencillez, por su modestia en comparación con otras calles de Jaca...
Luego, ya de joven, al llegar la noche, desviaba mi ruta de vuelta a casa, sólo por percibir el olor de los establos, sobre todo en primavera...
Por esta calle, humilde y oscura, acompañé a algunos de mis seres queridos camino de su definitivo reposo...
Aun hoy, suelo recorrerla en las escapadas a Jaca...
Esta fotografía debe de ser de finales de los años ochenta.
Aquí vivía un amigo, del que ya no tengo noticias...

La casa de la señora Petra...


¡Quién de aquella época no recuerda a Petra...!
Solía aparecer por casa para venderle unos huevos a mi abuela...
También acudía, entre octubre y noviembre, con cestas de "ceroldas", como decía ella...
Un fruto exquisito, de color pardo y olor agradable, que sólo podía comerse cuando estaba completamente maduro.
La piel debía de dejarse, so riesgo de no poder cumplir con cierta necesidad fisiológica durante días...
Este portal, era un ejemplo de la arquitectura popular. Daba a un patio protegido de la curiosidad, por una tapia lo suficientemente alta como para disuadir a cualquiera de intentar colarse en la casa...
Petra era menuda, cenceña, y se movía con rapidez.
Vestía unas sayas hasta los pies, tenía el pelo cano y en sus manos se notaba la huella de las labores agrícolas...
Según me confirma mi hermano,el hijo de Petra sigue viviendo en la misma casa de sus padres.

El Cuartel de los Estudios...



Fachada sur, y una garita, también en fachada sur, del cuartel de los Estudios, donde se alojó la Unidad de la Guardia Civil de Tráfico, sobre 1970.
Estas fotografías, hechas un tanto por casualidad, son de enero de 1990.

lunes, 11 de enero de 2010

Unos datos sobre el Grimorio de San Cipriano...








El Grimorio o Libro de San Cipriano de Antioquía, conocido también por el "Ciprianillo", fue un texto muy codiciado, por el que llegaron a pagarse auténticas fortunas, y hubo quien se arruinó por conseguirlo.
Corrió el bulo de que con él podrían encontrarse tesoros fabulosos, riquezas inmensas, amores imposibles y otros disparates por el estilo.
Lo cierto es que está al alcance de cualquiera, en ediciones de bolsillo y a precios moderadísimos.
Incluso en el primer tercio del siglo XX, persistía la locura de conseguirlo a costa de grandes sumas.
Hasta que apareció en las librerías, más como curiosidad que como potente fuente de conjuros y oraciones para lograr determinados fines, no siempre de intenciones honestas.
Hoy, hasta circula por internet, si alguien desea salir de dudas.
Adjunto una imagen popular de San Cipriano de Antioquía, que alcanzó el martirio al ser decapitado por negarse a renunciar a la fe cristiana.




sábado, 9 de enero de 2010

El Grimorio de San Cipriano...


Asistí, y esto debió de ser en el otoño de 1976, a una conferencia sobre la brujería en el Alto Aragón, a cargo de Ángel Gari, cuyos estudios sobre el tema son sobradamente conocidos y reconocidos por su rigor histórico.
Me sorprendió que hablara de las peculiaridades de cierto libro, conocido como el Grimorio de San Cipriano de Antioquía, o "Ciprianillo".
Y es que, en cierta ocasión, oí referir a mi abuela cierto suceso acaecido a su padre, Domingo Quílez Isidro, a quien he nombrado en una entrada anterior.
Mi bisabuelo Domingo, iba con frecuencia a casa de su suegro, cirujano de la comarca, para curiosear entre sus libros. Y cuando tuvo uno de ellos en las manos, su suegro se lo arrebató inmediatamente, gritando: "¡Ese no, Domingo, ese no!" Luego, lo arrojó al fuego de la chimenea, y el libro saltaba de las llamas, hasta que, sujeto con una tenazas, lograron quemarlo, a costa de muchos esfuerzos.
Decía mi abuela, que su padre quedó horrorizado por el fenómeno, y que, desde entonces, ya no
tuvo más humor para reírse de los cuidados de su mujer, mi bisabuela Antonia, en su afán de que las brujas no se colaran por ningún resquicio de la casa...
Me quedé con las ganas de preguntar a Ángel Gari sobre el hecho, porque éste, envuelto en una multitud de seguidores y admiradores, quedó lejos de mi alcance...
Por los pocos indicios que poseo, tal libro bien pudo ser un grimorio...
Mis conocimientos son superficiales, y estoy a años luz de las exhaustivas investigaciones de este autor, apasionado y empeñado en sacar a la luz todo lo referente a los casos de brujería en el Pirineo Aragonés. Pero guardo en la memoria el recuerdo de cuanto me contó mi abuela, y no deja de inquietarme...
(Fotografía: Ángel Gari. Diario del Alto Aragón).

Mi bisabuela y las brujas...

Mi bisabuela Antonia, creía en las brujas...
Cuando se quedaba sola en el oscuro caserón, donde vivía con su marido y su numerosa prole, tapaba con trapos los ojos de las cerraduras, y ponía agujas laneras cruzadas debajo de las puertas, para que no pudieran entrar...
También, antes de acostarse, colocaba las tenazas del hogar en forma de cruz, bajo la campana de la chimenea, sobre las cenizas aún calientes,
y rezaba una oración que sólo ella conocía...
Acumuer, donde estaba destinado su marido, es un pequeño lugar que visitamos hace unos años mi hijo y yo...
La verdad, el hecho de vivir allí debía de ser, en aquellos tiempos, como para creer en cualquier cosa..

Mi bisabuela...

Mi bisabuela: Antonia Granada Cajal, pariente de Ramón y Cajal, D. Santiago.
No tengo demasiados recuerdos.
Entre los pocos que puedo evocar, está el de una viejecita menuda y enlutada, con gafas redondas y expresión bondadosa.
Le gustaba hacerse chocolate por la tarde, y a veces se cubría la cabeza con un pañolón negro, para protegerse del frío.
Regresó a Valencia, donde murió, a los noventa y tantos años.
Su pasión era la de confeccionar flores de papel y tela, con las que adornaba sus altares preferidos.
En algún sitio, en el fondo de alguna caja, puede que todavía conserve alguna muestra de su habilidad, pero, ¡cualquiera sabe dónde estará...!
Tal vez un día aparezca, cuando menos lo espere, coo suele suceder con las cosas que se buscan y no se encuentran...
Estaba casada con un carabinero que lucía bigotes a lo káiser, y que se llamaba Domingo Quílez Isidro.
Hay muchas cosas que contar...