martes, 27 de enero de 2015

Santa Casilda de Toledo...

 
"El milagro de Santa Casilda".
 
Zurbarán.
 
Y ya que se va la tarde,
y la noche de enero,
que amenaza con ser fría,
espera impaciente
para salir de su guarida...,
voy a intentar contar,
brevemente, eso sí,
la historia de Santa Casilda.
 
Según la tradición,
era hija de un rey musulmán,
que solía llevar alimentos
a los prisioneros cristianos...
 
En cierta ocasión,
sorprendida por su padre,
cuando se dirigía a cumplir
con su misión caritativa,
le dijo a éste
que iba a llevar rosas
a los prisioneros...
 
Y el pan y otros alimentos
que llevaba ocultos entre sus sayas,
se convirtieron en flores...
 
La leyenda es preciosa...
 
Tiene la dulzura
de un cuento popular...
 
Pero, y también según la tradición,
fue martirizada y elevada a los altares...
 
Triste fin para una doncella,
que anteponía el amor al prójimo
a su propia vida y seguridad...
 
 
Tal vez, por todo ello,
el P. Santiago López Huidobro,
la eligió,
entre tantos santos y santas,
para su íntima
y particular devoción,
al tiempo que cumplía
con la Regla de la Orden.
 
 
 
 
 
 
(Archivo: jacaenlamemoria).


A la sombra del Colegio...




 
Buena parte de mis recuerdos, mientras aún vivía en Jaca, y después de abandonar, por circunstancias de la vida, ese lugar para mí tan querido, están vinculados al colegio de los PP. Escolapios… Y, sobre todo, a algunos de los sacerdotes de la Orden.

Tengo que hablar de nuevo del P. Santiago López Huidobro, de Santa Casilda.

¿Santa Casilda…? Yo no sabía demasiado de esta Santa, Mártir del Cristianismo. Y menos que el P. Santiago la hubiese elegido como su particular Patrona, para el sacerdocio y para la labor docente.

Fue un Jueves Santo… ¿1971…? Puede que sí…

En esa tarde, los religiosos de la mayoría de las Órdenes, renovaban sus votos. El P. Santiago, al llegar su turno, se levantó de su asiento, y, frente a la comunidad, comenzó a pronunciar las palabras que confirmaban su adhesión a la Escuela Pía: “-Yo, Santiago López Huidobro, de Santa Casilda…”

Y allí estaba yo, en el coro, el mejor lugar para seguir estos acontecimientos, pasmado de asombro, mientras el sencillo, enérgico, y la vez afable escolapio, recitaba, con voz tranquila, la misma que tantas veces escuchamos en el aula, su afirmación de que seguiría siendo fiel al lema del bendito Calasanz: “Piedad y Letras”.

Días después, ya sin poderme contener, le comenté mi deseo de saber algo más acerca de su elección… Tímidamente, casi sin atreverme… Porque me parecía una intrusión en su mundo espiritual, en su vida interior de religioso…

En aquella galería acariciada por el sol finales de abril, llena de tiestos con plantas que tenía la virtud de hacer arraigar de forma misteriosa, me contó todo cuanto quería conocer de la Santa, de su milagro, de su martirio…, con palabras que aún conservo grabadas en mi memoria…

“-¿Comprendes ahora por qué la elegí como protectora…?”

Sólo pude asentir…, porque me dejó “fuera de combate”, pensativo y confuso…

Al advertir mi estado de ánimo, se rió suavemente… Y me indicó con un gesto que lo siguiera…

Salimos a la calle, por la “puerta principal”, la de la calle Mayor, y no recuerdo más…

A los pocos días, las primeras golondrinas cruzaban velozmente sobre la ciudad…

Mi abuelo dijo, al contemplarlas desde la terraza de casa: “-Ya han vuelto los falcinos…”

Algún día contaré la historia de Santa Casilda…

Y seguiré hablando del P. Santiago…







(Archivo: Jaca en la memoria).
 
(Imagen: Por cortesía de "El Pirineo Aragonés).