sábado, 27 de marzo de 2010

Semana Santa en Jaca...(3)

Hoy, estrenamos prendas de vestir en cualquier día del año...
En 1961, mi abuela, ayudada por sus vecinas más habilidosas, me confeccionó una chaqueta de lana, con cierre de cremallera, que comenzó pasada la Navidad, y que terminó justo a tiempo para que yo la estrenara el Domingo de Ramos...
Ese día, la iglesia del colegio relucía como nunca...
Palmas, palmones, o, simplemente, una humilde ramita de olivo, todo el mundo sostenía uno en las manos...
Se celebraba una Misa solemne, y era un día alegre, luminoso...
La tradición de "estrenar ropa" el Domingo de Ramos, era una forma de sumarse a las galas de la nueva primavera...
Y así, todos los colegiales, aparecíamos en el patio de recreo, antes de que nos llamaran para la misa, repeinados y compuestísimos..., con los zapatos relucientes y oliendo a colonia y a jabón "Heno de Pravia"...
¡Y qué satisfecha estaba mi abuela, viéndome pasar en fila a ocupar nuestros bancos,
llevando puesta "su obra"...!

Semana Santa en Jaca...(2)

La primavera de 1960 fue inusualmente tibia.
De aquella Semana Santa, sólo recuerdo que el Domingo de Ramos me quedé con las ganas de ver una película en el cine del Colegio de los PP. Escolapios:
"EL GRAN GORILA" "¡MÁS FUERTE QUE KING KONG!", según pregonaba la cartelera del Colegio...
¡Ah, el cine de los domingos...!
Un poco antes, había asistido a la proyección de "El doctor Jekill", que me impactó mucho, sobre todo su transformación en Mr. Hyde.
A veces, había películas cuya trama era mortalmente aburrida...
Y luego, los cortes.
¡Dichosos cortes!
Con lo que el argumento quedaba tan apurado, que había que imaginarse más de la mitad.
La madre de un alumno, le comentaba al hermano Tomás Ibáñez: "-Bueno... Ustedes, muchos cortes, pero seguro que se ven la película entera..."
Y el hermano Tomás se reía a carcajadas...
Aquella Semana Santa, mi abuela, provista de bolso y de mantilla negra, me llevó a ver algunos "monumentos", la tarde de Jueves Santo...
Y el Viernes Santo, muy de mañana, (hacía algo de frío...), me hizo levantar para recorrerlos todos.
Y de su bolso, sacaba unas moneditas, unas cuantas "perras gordas", para que las depositara en la mesa petitorias de cada iglesia que íbamos visitando...
Después, vuelta a casa, con más sueño que otra cosa...
Pero el sol, acariciante, invitaba a salir a la terraza y jugar hasta la hora de comer...

Semana Santa en Jaca...

La primera Semana Santa de la que tuve conciencia, si es que se puede tener a la edad de cinco años, no fue en Jaca, sino en Jaraba, donde mi padre estuvo destinado un curso, allá por el año 1956, aunque no puedo precisarlo...
Ya metido de lleno en las peripecias escolares, fue en 1958, cuando supe un poco más de la Semana Santa, ya en Jaca, por supuesto...
Las vacaciones escolares comenzaban el Domingo de Ramos, y no se retornaba al colegio hasta el martes de Pascua.
Recuerdo muy bien que estaba escuchando la radio con mi padre, sentado en sus rodillas, mientras, un sacerdote pronunciaba un sermón relativo a la Pasión de Cristo...
¡Qué lejano estaba nuestro pensamiento del Misterio de la Pasión...!
Eran las vacaciones de primavera, sin más...
Desde el balcón, contemplábamos el paso de algunas procesiones, y la del Viernes Santo era la que merecía especial atención.
Solía hacer frío...
Y entonces, nos mandaban de vuelta al cálido interior de la casa, por temor a que pilláramos algún catarro inoportuno.
Sonido de tambores y de agudas trompeterías...
Y luego, un gran silencio...

sábado, 13 de marzo de 2010

Los improperios de Marcelino "el lucero"...

Marcelino, "el lucero", el día que sufrió la broma de unos adolescentes, ( por lo visto fue por venganza...), cuando ya llevaba hecho un recorrido, desde la estación hasta la calle Campoy Irigoyen, donde, por cierto, estuvo "Foto Barrio", se percató de que toda la labor realizada había sid en vano, ya que, Jaca, seguía a oscuras...
Los improperios, imprecaciones, juramentos y exabruptos, debieron de llegar, si no hasta los cielos, sí a las cimas de Oroel y Collarada, proferidos entre cheso, ansotano y jaqués, a fin de cuentas, castellano, este último...
¿Qué habrá sido del buen Marcelino, el genio ahuyentador de las sombras de la ciudad de Jaca, durante muchos años...?
Seguramente, descansará en paz, ajeno al paso de los días..., insensible a las estaciones, e indiferente a las sombras o a la luz...

domingo, 7 de marzo de 2010

Mi hermano, a los 14 años...

Mi hermano José Antonio a los 14 años...
Es una fotografía de carnet, de 1969 ó 70...
Algo deteriorada...
Pero parece mirar a la vida con una confiada sonrisa ...
(Foto "Barrio", Jaca).

El viejo camino a Barós...



El camino a Barós, en 1980, todavía era una vía que conservaba el sabor de lo que no se ha tocado en muchas décadas...
Zarzas, arbustos, altos chopos...
Y socavones que se llenaban de agua a la primera tormenta que caía...
Sin embargo, era uno de mis caminos preferidos...

Calle Siete de Febrero...

A la izquierda, las naves de "Agromán"...
A la derecha, los terrenos de la familia Pueyo, donde se edificaría posteriormente...
También a la derecha se aprecia el monte de Rapitán, y, muy al fondo, Collarada...
Verano de 1978...

Avenida de la Jacetania...

Vista de la Avenida de la Jacetania, desde el principio o final de la Calle Mayor, según se mire...
Puede apreciarse el famoso "Casa Paco", con su terraza, donde más de una tarde, todos hemos recalado, parapetados tras una cerveza bien fría y unas aceitunas o calamares fritos...
Mayo, 1983.

Fuente de Forranchinas...


Debajo, la fuente de Forranchinas...
A mi padre le gustaba mucho llevarnos a esta fuente, sobre todo en los atardeceres de verano...
Provistos de un bastón y sendas cestas, íbamos cogiendo cuentas moras se ponían a nuestro alcance...
Encima, vista de una casa de labor, desde la fuente.
Verano de... ¿1978?


El jardín de los Irigoyen...

El jardín de los Irigoyen, en invierno, presentaba un aspecto desolado...
Esta familia, poco a poco, fue desvinculándose del caserón familiar...
En los años cincuenta, cuando aún vivía el general, Sr. Campoy Irigoyen, estaba lleno de niños, la mayoría de nuestra edad, algunos, y algunas, algo mayores que nosotros...
En primavera, cuando florecían los ciruelos y la hierba crecía libremente, el jardía ofrecía una imagen de leyenda..., de cuento de hadas...
Los gatos, campaban libremente, e incluso se apareaban allí...
Recuerdo que a principios de los sesenta, la familia del general, montó un columpio para las niñas, en la zona de sombra, próxima a los corrales de "la campanilla..."
Todavía, en los ochenta, permanecía en pie la estructura del columpio, aunque había perdido su color azul y mostraba manchas de óxido...
¿Qué planes tiene el Ayuntamiento respecto de esta venerable casa familiar, que nos habla de un pasado no demasiado lejano...?
Espero que la piqueta no llegue a sumirla en la oscuridad del olvido...
(Enero de 1978).

viernes, 5 de marzo de 2010

Marcelino, el "lucero"...

En cualquier época del año, y a la hora que Marcelino consideraba oportuna, salía de su casa con una pértiga provista de un gancho de alambre en un extremo, y conectaba las farolas del alumbrado público...
Así, hacía su recorrido, dos veces al día: Por la mañana, cuando la luz del nuevo día era suficiente, y por la tarde, cuando resultaba escasa y limitada...
Ya podía llover, nevar, o caer un aguacero digno de los bíblicos tiempos del patriarca Noé, que, Marcelino, alumbraba las calles...
Cierta pandilla, que es mejor dejar en el olvido, se entretuvo durante una temporada en deshacer la labor del "lucero", con una pértiga parecida, y a una distancia prudencial, ya que, de ser pillados en el intento, hubiera descalabrado varias cabezas entre infantiles y adolescentes con su temible y gruesa asta de iluminar...
El cabreo debía de ser morrocotudo...
Tras recorrer las calles, tener que repetir la operación...
Claro, que, en aquellos tiempos, no pasaba de ser una travesura...
Y es que, en Jaca, por entonces, no existían demasiados medios de distracción...

La calle de las Escuelas Pías...

En esta calle, vivieron mis abuelos, mis padres, mi hermano y yo, y también mi hijo.
Es una calle que pasaba desapercibida...
Su mayor atractivo estaba basado en "La Campanilla", con sus riquísimas patatas asadas, confeccionadas en una cocina de leña por Evaristo y Orosia... También hacían cabezas asadas y otros fieros despertadores de la gula...
Lo habitual, eran las broncas, tanto dentro como fuera del establecimiento, situado bajo unos arcos, donde vivía la familia Casajús Carrera, con los que manteníamos una buena amistad...
La calle de las Escuelas Pías se llamó anteriormente "del Lobo".
Y según contaba mi abuela, hubo un arco de acera a acera, que fue derribado, quizá porque amenazaba ruina y constituía un peligro para los viandantes...
Nosotros vivíamos en el número 4, que, en el otoño de 1969, se cambió por el 5, debido a no sé qué historias del Ayuntamiento.
Pero la placa de azulejo con el 4, quedó visible durante muchísimo tiempo...