sábado, 3 de octubre de 2009

D. Juan Guindeo, sacerdote.

D. Juan Guindeo...
Lo primero que me viene a la memoria es el día de su funeral, celebrado en la Catedral de Jaca, en noviembre de 1974, (¿o fue en octubre?), al que asistimos todos sus alumnos y gran cantidad de exalumnos.
Fue de repente...
D. Juan Guindeo, la bondad personificada...
Guardo de él un buen recuerdo.
Comprensivo, tolerante, piadoso, rara vez se enfadaba con nosotros, aunque sus buenas razones tenía...
La imagen del buen sacerdote, más dispuesto a conceder el perdón que a juzgar lo errado...
Más inclinado a la compasión que a las duras penitencias...
Todos decían que era un santo.
Yo, así lo creo.
He conocido sacerdotes a lo largo de los años.
Algunos, se le parecían.
Otros, eran su antítesis: Orgullosos, soberbios, inaguantables, prepotentes...
D. Juan Guindeo dejaba tras sí un hálito de benevolencia, de humildad, de vida espiritual, de elevación...
Todos lo sentimos cuando nos dejó...
Era como el padre amoroso de los estudiantes... Y de los que no lo eran...
Bendita sea su memoria...