domingo, 24 de noviembre de 2013

22 de noviembre de 1963: la muerte de John Fitzgerald Kennedy...



Viernes, 22 de noviembre de 1963.

Los alumnos de Bachiller,
comenzábamos la jornada escolar
en el Colegio de los PP. Escolapios, 
a las ocho y media de la mañana...

El cercano fin de semana,
y las Fiestas de San José de Calasanz,
que estaban al caer,
iban a sacarnos de la rutina habitual,
para vivir unos días de juegos,
 celebraciones,
 partidos de fútbol,
y  sesiones de cine...

La jornada escolar era larga...

A veces tediosa...

Sólo un cuarto de hora en el patio de recreo,
por las mañanas,
y, con suerte,
desde la una y cuarto hasta las tres de la tarde,
para descansar, comer, 
y terminar alguna tarea pendiente...

Luego, vuelta al colegio,
con otro intervalo de 
cuarenta y cinco minutos,
y un silencioso tiempo de estudio...

Sonaba el ansiado timbre,
y, a las ocho de la tarde,
tras la última oración,
regresábamos a nuestras casas...

Por eso, hasta la noche,
los escolares,
no supimos de la muerte
del Presidente Kennedy...

Nos caía bien...

Aparecía en las revistas y periódicos que circulaban por casa,
y su imagen nos era familiar...

También "salía" en el NODO,
y en esos telediarios de antaño...

Yo lo encontraba simpático, 
propicio a la sonrisa,
siempre acompañado
de su esposa y sus hijos...

Un hombre asequible,
a pesar de estar al frente
del país más poderoso del planeta...

En nuestra sencilla y monótona existencia,
no podíamos comprender
que con su muerte,
se habían roto muchos sueños...

Para los EEUU,
y acaso para el mundo...

El sábado, 
que seguía siendo lectivo,
fueron numerosos los corrillos
a la hora del recreo...

Los diarios,
y algunas revistas,
lanzaron ediciones especiales...

Ese domingo, 
mi primo Javier Cajal y yo,
comentábamos el triste suceso...

Ya sabíamos todos los detalles...

Pero sólo eso...

Ha pasado el tiempo,
y la muerte de JFK,
sigue rodeada de incógnitas...

Viernes, 22 de noviembre de 2013...

Hace cincuenta años...






(Archivo: cuevadelcoco).













sábado, 26 de octubre de 2013

El "Gran Hotel"...



El "Gran Hotel".

Postal editada
por "Foto Peñarroya",
en 1965.







(Archivo: cuevadelcoco),

sábado, 7 de septiembre de 2013

Jaca bajo la lluvia...



Al contemplar esta imagen,
he recordado un relato breve de Ray Bradbury,
titulado: "Vendrán las lluvias suaves".

Es la letra de una canción,
que Bradbury incorpora a su historia...

"Vendrán las lluvias suaves y el olor a tierra,
y el leve ruido del vuelo de las golondrinas.

El canto nocturno de los sapos en los charcos.
La trémula blancura del ciruelo silvestre.

Los ruiseñores con sus plumas de fuego,
silbando sus caprichos en la alambrada..."

Las calles, 
convertidas en fugaces espejos,
el ir y venir precipitado,
en contraste con la calma 
del estío más profundo...

Sí, un año más,
han vuelto las lluvias suaves...






(Imagen: Cámaras del Ayuntamiento de Jaca).

Las lluvias de septiembre...



Septiembre, 1963...

Fue un verano caluroso...

Recorríamos las orillas del Gas,
en busca de ranas,
que, afortunadamente para ellas,
siempre se anticipaban
a nuestras intenciones,
y se lanzaban al agua,
allí donde sabían 
que estaban a salvo...

El río tenía un especial atractivo,
era la imagen de la libertad...

Allí, podíamos correr, saltar,
gritar y reír ,
sin que nadie moderara
nuestras expansiones infantiles...

Una infancia que, poco a poco,
se iba alejando...,
o, acaso, éramos nosotros
los que la dejábamos atrás...

Y una mañana, 
de principios de septiembre,
llegó la lluvia...

Hacía frío...

Era una lluvia fina, suave,
insistente...

Tras los cristales,
contemplábamos el cielo,
gris, uniforme...,
esperando ese deseado regreso del sol,
para volver a nuestras correrías...

Mientras, la lluvia,
teñía de un brillo triste los tejados...






(Imagen: Cámaras del Ayuntamiento de Jaca).










lunes, 19 de agosto de 2013

...el ciprés que tanto amaba...



Aquella mañana de diciembre,
el ciprés,
engalanado de blanco,
aún parecía más oscuro...

Lo vi crecer,
despuntando apenas 
sobre el muro de la terraza...

En él se refugiaban las palomas...

Y, en las noches de verano,
me gustaba aspirar 
su aroma misterioso...

¡Qué habrá sido de él...!

Un día, 
dejamos aquella casa...

Y ya no volví a contemplarlo...

A veces, 
sueño con ese jardín...

Demasiadas veces...

Y me despierto triste...








(Imagen: mirarlook/cuevadelcoco). 

jueves, 8 de agosto de 2013

De nuevo la nieve: Jaca, diciembre de 1980... (4)



Otra imagen,
de fría belleza,
en la Navidad de 1980...

¡Han pasado treinta y tres años...!








(Archivo: cuevadelcoco).

De nuevo la nieve: Jaca, diciembre de 1980... (3)



La plaza de Ripa
cubierta por la nieve...

Una mañana soleada...

Al fondo,
las cubiertas de la Catedral...






(Archivo: cuevadelcoco).

De nuevo la nieve: Jaca, diciembre de 1980... (2)



Panorama desde el mismo punto 
que la entrada anterior.

Al fondo, la cola de la Peña Oroel,
y puede verse Barós con claridad.

Hoy, esta franja de terreno, 
está completamente cambiada...

Lo que no cambia..., es la nieve...

¡Afortunadamente...!






(Archivo: cuevadelcoco).

De nuevo la nieve: Jaca, diciembre de 1980... (1)



Diciembre, 1980.

Aquella Navidad,
parecía que no iba a llegar la nieve a Jaca...

¡Ya lo creo que llegó!

Panorámica desde el Paseo de Invierno,
a la altura del monasterio de
las MM. Benedictinas.






(Archivo: cuevadelcoco).

domingo, 4 de agosto de 2013

La terraza de la antigua casa...



La terraza de la antigua casa...

En invierno...

Navidad de 1985-86...

La nieve,
se había posado en silencio,
durante la noche...

Cubriendo la vieja parra,
los muros,
el rejado de zinc,
un tiesto dormido,
donde mi madre 
habría plantado 
alguno de sus geranios...

¡Quedan tantos recuerdos...!

La terraza de la antigua casa...

Escenario de nuestros juegos infantiles...

De nuestros sueños...






(Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).


lunes, 22 de julio de 2013

La señora Apolonia...



La señora Apolonia, solía abrir la churrería al atardecer...

Nadie como ella, para elaborar esos deliciosos churros, 
espolvoreados de azúcar, calientes, 
con ese aroma, fiero incitador de la gula...

¡Qué buena y complaciente era la señora Apolonia...!

A pesar de su semblante serio,
ataviada con el delantal y los manguitos blancos,
siempre tenía un detalle para la gente menuda...

Mientras esperábamos nuestra apetecida cuota 
de churros o patatas fritas, viendo nuestros rostros rostros ansiosos,
tomaba una tapadera, 
la volvía del revés, 
y allí volcaba esos productos salidos de sus manos,
y nos los ofrecía, sonriendo...

Luego, seguía con sus habilidades, junto a las enormes perolas,
murmurando... "-¡Qué poco cuesta hacerlos felices...!"

Observábamos, asombrados, con qué facilidad hacía los cucuruchos,
donde volcaba, ya churros, ya patatas,
endulzando aquellos y salando éstas...

En casa, intentábamos imitarla, con trozos de periódicos...

¡Nada...!

La magia de la señora Apolonia,
era inimitable, no tenía igual...

No sé si fue, a mediados de los años setenta,
cuando aún acudía a su establecimiento, 
para volver a degustar,
más que aquellos sabores tan familiares,
el humo del local, 
el olor del aceite,
y ese aire antiguo,
que rezumaban las paredes, 
las mesas de mármol,
y el calor que desprendían los fogones...

Como si no hubiera pasado el tiempo...

¡Bendita sea su memoria...!




(Archivo: cuevadelcoco).




Aquellas tardes de verano...



Aquellas tardes de verano, comenzaban con la siesta, con la obligatoria y aborrecida siesta...

Pues sí...

Había que acostarse, después de comer...

Cerraban las contraventanas, toda la casa quedaba sumida en una semipenumbra...

Fuera, el duro sol de estío...

Hasta los catorce años, en que dije claramente que se acabó, la siesta era una institución...

Vuelta para aquí, vuelta para allá, y, en total, que no se dormía...

¡Qué se iba a dormir...!

Algunas veces, me llevaba un libro a escondidas, y así, viajaba a las regiones polares, en compañía de Amudsen, o vagaba por las selvas tropicales, o volaba sobre el Atlántico,
en un DC3...

Siempre atento a que no me sorprendieran...

Sobre las seis o seis y media de la tarde, nos dejaban levantarnos...

Y, hermanos, tíos y primos, repeinados, con nuestros pantaloncillos, los "nikys", 
y las consabidas "maripís", 
cruzábamos la calle mayor, rumbo a los glacis de la Ciudadela...

¡Allí era la libertad...!

Yo miraba hacia el norte, hacia las montañas, y pensaba que algún día,
iría más allá, cruzaría esa barrera, 
y sabría cómo era el mundo allende los Pirineos...

Mientras..., ¡a jugar...!

Juegos de esa agridulce infancia, perdida en una nebulosa de recuerdos...

Luego, al parque...

Corretear, persiguiéndonos, entre los umbrosos jardines...

Llegaba la noche...

Todavía quedaba un rato de esparcimiento...

Y a casa...

La cena, las doradas patatas fritas de la abuela, apetitosas,
crujientes, que acompañaban al huevo frito o a la chuleta...

Y el vaso de leche..., fresca, sabrosa...

A veces, creo que todos sentimos las mismas ganas de gritar:

¿Dónde se fue mi infancia...?

Pero..., no hay respuesta...




(Archivo: cuevadelcoco).



jueves, 27 de junio de 2013

Jaca: Calle Mayor... Nevada del 24 de enero de 1910...



Calle Mayor nevada...

Corresponde a la nevada del 24 de enero de 1910...





(Archivo: cuevadelcoco).

Vista general de Jaca...



Vista general de Jaca, 
nº 1, serie A, 
Colección de G. Beritens
y J. Lacasa y Hermano.

G. Beritens, es decir,
D. Germán Beritens,
y J. Lacasa, Juan Lacasa...,
y hermano.
Se referirá, seguramente, 
a D.Generoso Lacasa.




(Archivo: cuevadelcoco).

La Calle Mayor...



Esta imagen de la Calle Mayor,
siempre me ha intrigado...

No sé la fecha...

Pero el rebaño, 
el pastor,
y el portal al fondo...

En un sello, abajo, a la izquierda,
se lee con bastante claridad: 
"PHOT. A.B. & Cª.
NANCY".





(Archivo: cuevadelcoco).


Veneratorio de Santa Orosia...



Esta imagen del "Templete",
debe pertenecer también 
a la década de los cuarenta...




(Archivo: cuevadelcoco).

Veneratorio de Santa Orosia...



Una antigua "estampa"
de Santa Orosia...




(Archivo. cuevadelcoco).





Veneratorio de Santa Orosia...



Esta imagen del veneratorio,
puede estar situada entre
1945 y 1950.

La postal es de "Ediciones Sicilia".

Los dos abetos, 
me resultan muy familiares...

Así como la verja de forja,
y el seto de boj, 
en el interior...




(Archivo: cuevadelcoco).

Veneratorio de Santa Orosia...



La calidad de la fotografía no es,
precisamente, muy alta...

Pero es la única que tengo,
con el veneratorio o "templete",
en un día de nevada...




(Archivo: cuevadelcoco).

Jaca: Veneratorio de Santa Orosia...



Veneratorio de Santa Orosia,
en los años treinta.

No puedo precisar la fecha
con exactitud.

La fotografía
puede ser de
D. Francisco de las Heras...



(Archivo: cuevadelcoco).


Jaca: Veneratorio de Santa Orosia...

  

Veneratorio de Santa Orosia.

La imagen parece corresponder a la época de 
reciente construcción del veneratorio o ·templete".

No se observa la verja de hierro forjado,
que posteriormente lo rodeó,
ni los dos abetos,
situados a ambos lados del mismo.




((Archivo: cuevadelcoco).

viernes, 14 de junio de 2013

Dª Gloria Mendicote... Academia de Taquigrafía y Mecanografía...



No tengo ninguna fotografía de Dª Gloria Mendicote, esposa de D. Antonio Pérez LLorente de los Ríos, que fue funcionario del Ayuntamiento de Jaca.
En el otoño de 1963, mi abuela, sin ninguna razón aparente, me llevó a la academia de mecanografía, taquigrafía, y cultura general, que Dª Gloria tenía montada en su propio domicilio,
calle Joaquín Costa, 8.
No puse ninguna objeción, porque todo lo que fuera "enredar" con cualquier tipo de máquina, 
me atraía sin remedio. 
Así, si cierro, los ojos, puedo evocar aquella casa, el espacio "multiuso", donde Dª Gloria,
que no permitía ser llamada de otra manera, impartía sus enseñanzas...
Y ese olor a manzanas, que lo llenaba todo...
La tarde en la que fui con mi abuela, para concertar las clases, me equipó con un método de mecanografía, que aún debe de andar rodando por algún sitio, un paquete de cuartillas, 
y la recomendación de que fuera puntual.
Al salir, me obsequió con una manzana, de las muchas que había sobre una consola.
Todas las tardes, acudía puntualmente a mi clase, y tecleaba sin parar, primero con un dedo,
luego, con dos, luego con tres..., hasta utilizarlos todos...
A esta serie de ejercicios, siguió el escribir continuamente una frase, que nunca se ha borrado de mi memoria: "Mi casa está cerca del mar". 
Y de la casa junto al mar, pasé a escribir, primero Padrenuestros, y después Avemarías,
en cantidad, creo yo, suficiente, para lograr un palmo de Cielo, siquiera...
Había más alumnos... Y alumnas... Chicas que iban a aprender también el arte de "escribir a
máquina", como se decía entonces, con el fin de promocionarse, ya fuera en el trabajo, o
en la vida, en general...
Recuerdo a dos: Una, con el cabello de un tono rubio oscuro, muy simpática, muy cumplidora,
y que siempre me deslizaba algún caramelo, que colocaba pegado a "mi" máquina de escribir,
una enorme "Underwood", y que yo, al mínimo descuido, saboreaba con deleite...
La otra, una morena muy pizpireta, que nunca llegaba a punto, porque siempre se quedaba un rato en el patio, con el novio, lo que hacía que Dª Gloria se saliese de sus casillas, para terminar con la frase lapidaria: "¡Qué le vamos a hacer! Ya estará pelando la pava..."
De los otros alumnos, que acudían a "cultura general", sí, los recuerdo, pero, como a veces acudían a otras horas, no puedo precisar...
Tenía un perrucho, blanco, al que llamaban "Titín". 
Muy mimado por todos, consentidísimo, pero de carácter alegre y amistoso.
Tuvieron otro "Titín", que murió de viejo, al que no llegué a conocer...
Y para que se perpetuara en la memoria, al nuevo, le dieron el mismo nombre.
Hizo frío ese otoño...
Fue el otoño del asesinato del Presidente Kennedy, que causó una conmoción en nuestro país, como nunca nadie se hubiera imaginado...
Mis abuelos y yo, escuchábamos las noticias de la radio, y así, llegamos a conocer a todo el conjunto de personajes que protagonizaron el triste drama...
Era motivo de conversación, en tertulias, bares, tascas, casinos..., y sólo la Navidad comenzó a poner algo de sordina al suceso.
"¡Hola!", "Lecturas", "Semana", y toda la prensa "del corazón", se inflaron de publicar reportajes, sacando, incluso, números especiales...
No digamos la televisión...
Dª Gloria tenía su televisor en un mueble de aquellos que ya comenzaban a estilarse, y que, todavía hoy, persisten en algunas casas...
Nosotros, de vez en cuando, echábamos una ojeada, primero a Dª Gloria, y después, a la pequeña pantalla... 
Estaba cubierta por un plástico transparente, de tono anaranjado, ya que, aseguraban que así no se dañaba la vista. Alguna vez, sobre todo cuando aparecían los dibujos animados, cesaba mi constante teclear, y Dª Gloria Mendicote de Pérez, me llamaba al orden, lo que era motivo de risas por parte de todos, y de cierta vergüenza por mi parte, más por el hecho de haber sido sorprendido, que por la distracción en sí.
Las máquinas de escribir, estaban colocadas en una bancada, adosada a la pared...
A nuestra espalda, un retrato al óleo de la buena señora, parecía vigilarnos también...
¡Qué lejanas tardes...!
Cuando ya comenzaba a manejarme con la "mecanografía al tacto", habíamos llegado a mayo...
Y yo no podía parar quieto...
El insistente aprendizaje, se me antojaba árido, pesado, y aburrido...
En realidad, era "tiempo de grillos", y no deseaba otra cosa, que ir de caza a los glacis de la Ciudadela, con un bote en una mano, y un tallo de hierba o una delgada ramita, en la otra,
para ir sumando capturas...
Así, que, pretextando que tenía que estudiar mucho, le dije a mi abuela que ya seguiría las clases el próximo otoño...
Mi abuela, se me quedó mirando, y, como no era tonta, aunque dijo que estaba de acuerdo,
no se tragó lo de la proximidad de los exámenes de junio...
Y más, cuando el número de grillos aumentaba estrepitosamente día a día...
Pero se calló, y no hubo nada más que añadir...
Esto último sucedía a primeros de mayo de 1964...



(Archivo: cuevadelcoco).




lunes, 29 de abril de 2013

Medicamentos de antaño... "Aspirina"...



¡"Aspirina"...!

Medicamento de antaño..., y de hoy...

Así eran aquellos tubos de "Aspirina" 
de los laboratorios Bayer...

Tubos de cristal, con tapón de corcho...

¿Dolor de cabeza...?

"Aspirina"...

¿Anginas...?

"Aspirina"...

¿Un catarro...?

"Aspirina"...

Y se llamaba al médico,  
sólo cuando se necesitaba algo más enérgico...





(Archivo: cuevadelcoco).


Medicamentos de antaño... "Normacol"...



Siempre solía haber una caja de "Normacol", 
en un lado de la repisa de la chimenea.
Mi padre, con frecuencia, se tomaba una cucharadita
de este producto,
"descubierto en la india",
"perfeccionado en Europa"...

Y el rostro del hindú, le daba cierto aire de misterio...

¡Para qué servía...?

Simplemente, era un laxante...

Se presentaba en forma de granulado, de color oscuro,
que recordaba al del chocolate...

Alguna vez lo probé, un pellizco,
más por curiosidad que por otra cosa...

Las cajas metálicas, vacías, 
solían utilizarse para diversos fines..

Mi abuelo, usaba una de ellas
para diluír goma arábiga,
con la que encolar papeles...,
y libros estropeados..

Mi hermano, tenía varias,
llenas de canicas...

Y yo, en el buen tiempo, 
en época de grillos,
usaba una de estas cajitas 
para mis capturas,
que luego guardaba en un bote más grande...

Todavía debe de andar por ahí 
una de esas cajas de "Normacol", 
¡cualquiera sabe dónde...!

Algún día aparecerá...




(Archivo: cuevadelcoco).

miércoles, 27 de febrero de 2013

Abril de 1963... Lunes de Pascua...



Aquella mañana del lunes de Pascua de 1963,
al despertar, lo primero que contemplé
fue la fachada del último piso,
del Colegio de los PP. Escolapios,
iluminada por el primer sol de aquel día...

El sol teñía los muros grises
con tonos anaranjados...

Y me quedé unos instantes, todavía bajo el tibio cobijo
de sábanas, mantas y edredón,
porque la primavera era fría,
intentando conservar en la memoria
la luz de aquel momento...

Era día festivo...

Las clases no se reanudarían  hasta el martes...

Más tarde, fui con mi abuela y mi padre 
a comprar dos "huevos de Pascua"
a la pastelería Echeto...

Los llevaba con muchísimo cuidado,
como un tesoro,
y, dentro, seguro que había algo,
quizá unos pequeños caramelos,
porque sonaban al chocar con el chocolate
a cada paso que daba...

En casa, no me atrevía a romper la "cáscara",
y así, el mío, estuvo cierto tiempo 
sobre la estantería del cuarto de estar...

Mi hermano, enseguida dio cuenta 
del apetitoso chocolate...

¿Cuándo me decidí a abrir el huevo de Pascua...?

No lo recuerdo...

Sí conservo en la memoria, la luz de aquella mañana,
el primer sol, el cielo azul,
y los muros anaranjados...

En junio, fallecería S.S. el Papa
Juan XXIII...

Junto al P. Santiago López,
contemplaba a través de la televisión,
las exequias
por el Papa difunto...

El P. Santiago, me explicaba
el significado de 
los ritos funerarios...

El buen Papa Juan, se había ido... 


(Archivo: cuevadelcoco).




lunes, 28 de enero de 2013

Fiestas de San José de Calasanz... 27 de noviembre...



En las Fiestas de San José de Calasanz, 
que comenzaban unos días antes, 
y culminaban el 27 de noviembre,
no podía faltar 
la tradicional y competitiva
"carrera de cintas".

De un extremo a otro de la calle Escuelas Pías,
se tendía un cordel, 
con suficiente resistencia
como para soportar las acometidas
de los bravos ciclistas,
quienes,
provistos de un lápiz, de un bolígrafo,
o, simplemente,
de uno de aquellos manguillos,
que se usaban cotidianamente
para ejercitar nuestra caligrafía,
trataban de "enganchar"
una de las anillas dispuestas en la cuerda,
y que, si tenían suficiente puntería,
se llevaban arrastrando una cinta,
donde iba escrito el premio a recibir...

Esta fotografía, que seguro que es de
foto "Barrio", está tomada 
el 27 de noviembre de 1961...

(Archivo: Fotografía enviada por María Teresa Lanaspa,
y Jesús Casajús Carrera, a quienes expreso 
mi agradecimiento más sincero,
ya que es una imagen histórica,
al menos para la vida del barrio
y del Colegio de las Escuelas Pías).