martes, 23 de junio de 2009

Vista general de Jaca...


Esta fotografía debe de ser de finales del S. XIX.
Todavía no está construído el fuerte de Rapitán.
Es una imagen hallada en un libro titulado "Geografía Gráfica de España", que conservo como una
pequeña joya, ya que describe, provincia por provincia, sus ciudades y monumentos más importantes o característicos.
Este libro debe de ser un coleccionable por entregas.
En la fotografía se aprecian muchos detalles de nuestra ciudad.
Todavía hay algunos que no he podido determinar.
Espero que alguien pueda dar alguna luz sobre ellos.
Las murallas todavía estaban en pie.

lunes, 22 de junio de 2009

El veneratorio de Santa Orosia...


Este dibujo a plumilla creo que lo realicé en la primavera de 1999.
Puede verse el antiguo veneratorio de Santa Orosia, tan traído y llevado desde su demolición a finales de los años 60.
Tengo noticia, no sé si cierta, que fue diseñado por un ingeniero militar. Presenta cierto aire de templo eslavo, por supuesto no en toda su pureza, quizá debido al legendario e incierto origen de la mártir Orosia.
La verdad, considero que es mejor que permanezca en la memoria de los jaqueses que lo conocimos.
Su pretendida reconstrucción me parece una utopía.
Ya no tiene sentido.
De alguna manera, todo evoluciona, y es imposible contener el empuje de los nuevos tiempos...
También es cierto que mientras estuvo en pie, no se le prestó demasiada atención ni cuidados...

miércoles, 17 de junio de 2009

El P. Santiago López, escolapio.

La habitación del P. Santiago López Huidobro.

Dos puertas, una a la galería encristalada, otra, al claustro.
Una cama, entrando en la habitación por la galería, siempre hecha.
Una mesa de despacho, a la derecha, con una silla de brazos, y una silla enfrente.
Una mesa camilla en la esquina, con faldas y un brasero eléctrico.
Sobre la mesa, una fotografía en b/n de una anciana, posiblemente su madre.
Tras su silla de brazos, un armario.
Algunas sotanas, un abrigo o gabardina de cura, algunas libros, cajas y cachivaches variados.
Al fondo, junto a la otra puerta, a la izquierda, un aparador o mueble para guardar cosas.
También, a la derecha, entrando por la galería, un lavabo, siempre limpio.
Muchas plantas en la galería, que hacía arraigar continuamente.
¿Por qué me pongo triste?

lunes, 8 de junio de 2009

La puerta de Europa...


Para mí era la puerta de Europa. Envidiaba los trenes que cruzaban este puente sobre las vías, porque más allá se abría un mundo fascinante y desconocido. Con mi padre, que le gustaban las estaciones, paseábamos por el andén las tardes de verano. Siempre volvía con unos cuatos grillos y la sensación de que "más allá" se podía ser feliz.
Mr. Lemôine, del que ya hablaré, llegaba a la ciudad a finales de junio, y se iba un mes o un mes y medio más tarde. Pasaba un tiempo con nosotros, otro tiempo en Riglos, y aparecía en casa, sonriente, y ofreciéndome almendras saladas, que sacaba del bolsillo de su cazadora de pana.
Mi padre y yo lo acompañábamos a la estación, y contemplábamos cómo partía, diciéndonos adiós con la mano.
Yo me quedaba triste.
No sólo porque se iba una persona que era la bondad misma, sino porque yo no cruzaba ese puente en dirección al norte, en dirección a países que se me antojaban diferentes.
Aún existe ese puente, y seguirá durante mucho tiempo.
Alguna tarde, me he acercado a él, para ver llegar el tren, y verlo partir en dirección a la llanura.
Humilde e inadvertido puente, puerta de Europa, quizás algún día cruce bajo tu sólida construcción de piedras y emprenda un viaje largo, muy largo, hacia esos lugares y ciudades que siempre he querido visitar.

viernes, 5 de junio de 2009

La torre del reloj.




Era "la torre del reloj".
Para todos.
Sus campanadas marcaban la vida de nuestra ciudad día y noche.
Daba los cuartos, las medias y las horas. Y creo que repetía las horas.
En las noches de invierno, solitarias y larguísimas, interminables, las campanas de la torre eran la única compañía. "-Aún faltan cuatro horas para levantarme.."
Y volvía a las profundidades del sueño...
Mi tío, Gregorio Val, subía cada semana, provisto de una llave, para dar cuerda a su maquinaria.
Mi tío Gregoria, regentaba un establecimiento en la calle mayor, que era a la vez óptica y relojería.
De niño, con mi primo José Luis Val, enredábamos en el interior, con los extraños aparatos que manejaba su padre.
Hoy, la óptica Val ya no está en el lugar de siempre. Se halla en la acera opuesta de la calle mayor.
Esta fotografía la hice una tarde de septiembre de 1969.
Pocos días después, desmontaron el chapitel, bajaron las campanas, que duermen ahora en la entrada del Ayuntamiento, y su voz se sustituyó por un carillón moderno, que comenzó a sonar
ese mismo mes, y que fue acogido con cierta reserva.
Recuerdo muy bien la torre en invierno, cuando la nieve atenuaba el sonido de las campanas, y una cierta tristeza se apoderaba de la ciudad.
Alguna vez he soñado con el viejo reloj de la torre.
Ya se sabe que los sueños son caprichosos...