viernes, 5 de marzo de 2010

Marcelino, el "lucero"...

En cualquier época del año, y a la hora que Marcelino consideraba oportuna, salía de su casa con una pértiga provista de un gancho de alambre en un extremo, y conectaba las farolas del alumbrado público...
Así, hacía su recorrido, dos veces al día: Por la mañana, cuando la luz del nuevo día era suficiente, y por la tarde, cuando resultaba escasa y limitada...
Ya podía llover, nevar, o caer un aguacero digno de los bíblicos tiempos del patriarca Noé, que, Marcelino, alumbraba las calles...
Cierta pandilla, que es mejor dejar en el olvido, se entretuvo durante una temporada en deshacer la labor del "lucero", con una pértiga parecida, y a una distancia prudencial, ya que, de ser pillados en el intento, hubiera descalabrado varias cabezas entre infantiles y adolescentes con su temible y gruesa asta de iluminar...
El cabreo debía de ser morrocotudo...
Tras recorrer las calles, tener que repetir la operación...
Claro, que, en aquellos tiempos, no pasaba de ser una travesura...
Y es que, en Jaca, por entonces, no existían demasiados medios de distracción...

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