sábado, 21 de octubre de 2017

Entrada al túnel de Somport...








Entrada al túnel de Somport.

Pertenece a una colección de postales
editada en Francia.

Años treinta, aprox.


En 1994, 
aún se podía acceder a esta entrada.

En su interior,
y a unos pocos metros,
recuerdo que había un R-4,
montado sobre ruedas metálicas,
para poder circular por las vías.

Las ruedas eran muy parecidas
a las de las vagonetas
que al comienzo de los años sesenta,
transportaban a los operarios de la RENFE
desde la estación internacional hasta Jaca.

Iban provistas de un sistema de palancas,
para avanzar en terreno llano.

Las vagonetas subían hasta la estación
enganchadas al vagón de cola.











(Archivo: jacaenlamemoria).



lunes, 16 de octubre de 2017

La iglesia de Canfranc...







La iglesia de Canfranc...

No he conseguido precisar
la fecha de la fotografía...

Principios del S. XX, quizás...

Recuerda a las ediciones
de D. Francisco de las Heras...

Me intriga saber si la torre
es de planta octogonal,
en la postal lo parece...

Imagino los inviernos en Canfranc...

Nieves que llegaban pronto
y se iban muy tarde...

Ahora, con los caprichos del clima,
no sé si se puede decir lo mismo...











(Archivo: jacaenlamemoria).






martes, 12 de septiembre de 2017

El Padre Hermenegildo...


El Padre Hermenegildo de Fustiñana,
del convento de PP. Capuchinos de Jaca,
situado en la Calle del Carmen,
 enfrente de la Iglesia
de Nuestra Señora del Carmen.


La primera vez que reconcilié con su ayuda,
(como se decía antes cuando uno se iba a confesar...),
me preguntó si era disciplinado...

A mis ocho años,
y recién recibida
la Primera Comunión,
la verdad es que mi léxico
no era muy extenso...

Y cuando le pregunté qué era ser disciplinado,
con toda mi pueril inocencia,
le dio un ataque de risa,
y, a toda prisa,
me absolvió de mis leves culpas.

Sin poderse contener
se fue directo a la sacristía,
cerró la puerta,
y allí, supongo que descargó su hilaridad.

Ni penitencia ni nada...

Volví a casa, muy pensativo...,
intentando comprender la causa
de que me despidiera tan precipitadamente...

Pregunté a mi padre por el significado del término,
y me respondió que lo buscara en el diccionario,
"...ya sabes dónde está..."

Cuando salí de dudas,
consideré que no hallaba nada gracioso
en lo que había sucedido...

Claro, que, el buen Padre Hermenegildo,
debía de tener el sentido del humor
más aguzado y desarrollado que yo...

Algunos años después,
aún se le podía ver a la puerta de la Iglesia del Carmen,
a la salida de Misa,
saludando a todos,
mientras se frotaba las manos,
como era su costumbre...











(Archivo: jacaenlamemoria).






El kiosko de la música...







Jaca. El kiosko de la música.
Colección de D. Germán Beriténs
y Juan Lacasa y hermano.


Alguna vez he hablado de Aurorita Beriténs,
y su famosa minitienda de chucherías,
tebeos, encurtidos, e incluso
pequeñas e inofensivas muestras de pirotecnia...

Y las "pipas" de girasol,
imprescindibles para una tarde de verano...

O de cualquier época del año...

Se comían pipas en el parque,
en el cine, paseando por la Calle Mayor,
arriba y abajo, y vuelta a empezar...

Por una peseta, una de aquellas bolsitas alargadas...,
por cincuenta céntimos, la mitad...

Cincuenta céntimos de entonces...

"Dos reales", como se decía familiarmente...

Menos del valor de un céntimo de euro...

Pero no, no quería hablar de " La casita",
ni de la señorita Beritens...

Sí de su padre, D. Germán, un ancianito venerable,
siempre con su correcto atuendo y su bastón,
con mango de plata...

Junto a Juan Lacasa, propició la edición
de numerosas series de postales,
prefiriendo las de Jaca antigua...

Así, se rescataron y difundieron imágenes,
entre ellas, las colecciones y ediciones
de D. Francisco de las Heras,
que, de otra forma,
hubieran ido a parar a ese espacio inconcreto,
donde todo tiene cabida,
y al que llamamos olvido.

Esta imagen del kiosko de la musica (con k...),
se puede situar entre los años 25 y 30 del pasado siglo...

No sé, en la actualidad...
Pero a comienzos de los noventa,
la nueva banda de música,
todavía ofreció algunos conciertos
en los atardeceres de verano...











(Archivo: jacaenlamemoria).








jueves, 24 de agosto de 2017

Barós..., también en la memoria...

 
 
 
 
 
 
Barós. Iglesia de San Fructuoso.
Fotografía y edición de tarjeta postal,
realizadas por D. Francisco de las Heras.
Sobre 1930.
 
 
Los cipreses no eran tan altos ni tan majestuosos
como hoy se ofrecen a la vista del visitante...
 
El nártex, seguía en pie.
 
Más de una vez nos refugiamos allí,
si a la vuelta de Oroel nos sorprendía una tormenta...
 
La verdad es, que ahora, la Iglesia de San Fructuoso,
tras su restauración, muestra toda su sencilla belleza.
 
Desde la terraza de casa,
contemplábamos la aldea en las tardes de verano...
 
¡Y cuántos recuerdos,
a lo largo de los años...!
 
Poco ha cambiado este camino..., muy poco...
 
Cierto día de otoño, lo recorrimos,
para llegar hasta las fuentes...
 
Desde allí, el imponente volumen pétreo de la Montaña...
 
Incluso es posible divisar, si la vista aún aguanta,
a los que han ascendido y llegado a la Cruz.
 
¡El agua de las fuentes...!
 
Más que fresca, fría..., siempre grata...
 
Hay un desvío, camino de piedras,
que conduce al Parador.
 
¡Dichosos tiempos, en los que, desde Jaca,
emprendíamos, tempranico,
antes de que el sol calentara demasiado,
esa fácil ascensión,
reconociendo cada recodo,
cada roca,
cada grupo de árboles, a lo largo de la senda...!
 
Barós también está en la memoria,
bien guardado, entre otros amados lugares,
que endulzan y suavizan la vida...
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
(Archivo: jacaenlamemoria).
 
 
 
 

jueves, 6 de abril de 2017

Monasterio de las Benedictinas, desde la terraza de casa...






Monasterio de las Benedictinas,
desde la terraza de la antigua casa...


Invierno, 1970-71.

Las MM. Benedictinas,
comenzaron la ampliación del Monasterio,
en el otoño de 1963.

Participaron activamente,
y en la medida de sus fuerzas,
llevando ladrillos,
cubos de agua y arena,
para facilitar la labor de los albañiles...

En el verano de 1965, 
las obras,
estaban prácticamente concluidas.

Vuelvo a ese invierno 70-71...

Frecuentes nevadas,
y mucho frío...

Una estación plena de rigores invernales...

Me agradaba pasear al atardecer,
escuchando el crujido de la nieve,
sintiendo en el rostro
la dureza de las temperaturas bajo cero...

¡Ah, la juventud,
que todo lo aguanta...!

El jardín de los Irigoyen,
bajo la capa de nieve recién caída,
aparecía desolado y triste,
bajo un cielo gris,
que auguraba más nieves...











(Archivo: jacaenlamemoria.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).







jueves, 16 de marzo de 2017

Aquellas cuaresmas...



   De pronto, un día, mientras avanzábamos en doble fila, para ir ocupando nuestros lugares en los bancos de la iglesia del colegio, los altares, las imágenes, los crucifijos, aparecían cubiertos por paños morados. 
   Grandes lienzos, para los altares. Otros, de menor tamaño, para las imágenes y las cruces. La iglesia, de por sí sombría, lo era todavía más, al llegar la cuaresma.
   Porque, la iluminación total, se reservaba para la Misa de los domingos y festivos. Con la cuaresma, los ejercicios espirituales, a cargo del P. Santiago Mompel. Se interrumpían las clases, con gran contento nuestro, pero a cambio, estábamos obligados a escuchar en silencio, las peroratas del buen escolapio. 
   Años después, nos encontramos en Zaragoza, y aún tuvimos tiempo de rememorar aquellos dias pasados. Luego, ya no tuve más noticias.
   Yo no sé si a los diez u once años, aquellos ejercicios cuaresmales nos hacían mella. Niños todavía, nada nos había contaminado. 
   En la Misa diaria, teníamos la compañía de varias ancianitas enlutadas, que ocupaban sus pequeños asientos y reclinatorios, al tiempo que rezaban durante la celebración. 
   Los grandes paños morados, cuya función era centrar la atención en las diferentes fases del tiempo litúrgico, evitando que las imágenes pudieran distraer a los fieles, desaparecían el Domingo de Resurrección. La iglesia del colegio, volvía a ser la misma de siempre.
   Aquella costumbre, desapareció, seguramente por causa del Concilio Ecuménico Vaticano II, que inició el Papa Roncalli, Juan XXIII, y que culminó Pablo VI. 
   La iglesia del colegio, fue demolida en 1984. Los últimos vestigios que padecieron la labor destructiva de la piqueta. 
   No me cuesta recordar aquellas larguísimas cuaresmas. A nosotros se nos antojaban muy largas. 
   La radio, conforme se acercaba la Semana Santa, también dejaba a un lado la musica alegre y despreocupada, para emitir música clásica, dando prioridad a las composiciones de temas sacros.
   La televisión...no había llegado a todos los hogares. 
   Me pregunto qué habrá sido de los grandes paños morados...
   Ya no ocultan nada...
   Ni falta que hace...











(Archivo: jacaenlamemoria).