El agua llegaba escasamente a las rodillas en los lugares más profundos...
Aquí, en esta fotografía, estoy sentado en el fondo del río, y, aún así, puede verse lo poco que cubría, sobre todo en el estiaje.
La fotografía es de mi tío, Antonio García Márquez, con una cámara de baquelita, que era el paradigma de la simplicidad.
Un visor, un objetivo y un disparador...
Pero, claro, para aquellos años, y me estoy refiriendo al feliz verano de 1962, la calidad de una fotografía no se tenía en cuenta...
Con tal que se reconociesen los retratados, todo daba igual...
(En el río Gas, agosto de 1962.)
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