domingo, 17 de enero de 2010

La casa de la señora Petra...


¡Quién de aquella época no recuerda a Petra...!
Solía aparecer por casa para venderle unos huevos a mi abuela...
También acudía, entre octubre y noviembre, con cestas de "ceroldas", como decía ella...
Un fruto exquisito, de color pardo y olor agradable, que sólo podía comerse cuando estaba completamente maduro.
La piel debía de dejarse, so riesgo de no poder cumplir con cierta necesidad fisiológica durante días...
Este portal, era un ejemplo de la arquitectura popular. Daba a un patio protegido de la curiosidad, por una tapia lo suficientemente alta como para disuadir a cualquiera de intentar colarse en la casa...
Petra era menuda, cenceña, y se movía con rapidez.
Vestía unas sayas hasta los pies, tenía el pelo cano y en sus manos se notaba la huella de las labores agrícolas...
Según me confirma mi hermano,el hijo de Petra sigue viviendo en la misma casa de sus padres.

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