domingo, 31 de mayo de 2009

Una amistad recuperada...

D. Antonio Oliván fue mi profesor de aquella asignatura llamada Formación del Espíritu Nacional. No trabajé mucho en ella aquel año, pero saqué un notable. Quizá porque el obligado cuaderno estaba lleno de dibujos, en los que invertí muchas horas... Y eso contaba mucho...
El caso es que, creo que fue hace un par de meses, me enteré de su fallecimiento en Madrid a través de "El Pirineo Aragonés", y lo primero que hice fue ponerme en contacto con sus hijos, Antonio, María del Mar y Juan Carlos.
Así, volví a recuperar a los dos primeros, ya que con el pequeño tuve escasa relación.
Sobre todo a Antonio, que se encuentra hoy ejerciendo su profesión en un ayuntamiento de la provincia de Segovia.
Fue una conversación telefónica de casi hora y media, pero mereció la pena...
Antonio tiene una memoria prodigiosa, capaz de dar fechas y nombres con envidiable precisión.
Los dos somos ya maduros, los dos tenemos esa edad en la que comenzamos a ser "más de ayer que de mañana".
Sin embargo, al hablar y rememorar, nos sentimos como dos adolescentes.
Bien...
Hablamos de todo, de unos y de otros, y, al terminar, sentí algo así como una punzada de nostalgia.
Es inevitable...
Humanamente inevitable...
Hay noches que sueño con el Instituto, y me veo recorriendo sus pasillos, y no sé por qué, siempre termino en el laboratorio de Física, tal como estaba entonces...
Vuelven los fantasmas...
Y son caprichosos...

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