Más o menos por estas fechas, comenzaban las fiestas en honor de San José de Calasanz, fundador de la Escuela Pía, y patrono de todas las escuelas españolas, públicas y privadas.
Un santo que todos respetábamos, que tenía un lugar en nuestros corazones infantiles.
Era nuestro protector, el que velaba por nosotros en las horas de estudio, en los ratos de recreo,
en toda nuestra vida de colegiales...
Las fiestas consistían en partidos de fútbol, juegos, concursos, carreras de bicicletas, y muchos otros entretenimientos...
Culminaban las fiestas el 27 de noviembre, con una misa solemne en la Catedral, donde asistía todo el chiquillerío, masculino y femenino... Después, cohetes, suelta de globos, (el P. Santiago López era un experto en ambas cosas...), y, por la tarde, una sesión de cine.
Luego, todo volvía a la normalidad, a la "otoñal monotonía"...
San José de Calasanz compuso una oración que se rezaba en ocasiones...
El P. Jesús Angulo, de quien guardo un cariñoso recuerdo, solía rememorarla por las tardes, en la penumbra de la iglesia del colegio...
Hoy, José de Calasanz, el santo que se desvivió por los niños, está olvidado, en aras de la idiotez
laica, y otras tonterías que ha traído la democracia, pero que nada tienen que ver con ella sino con estúpidos partidismos...
En fin...
Bendito sea este santo, que, al menos, durante unos días, nos alegraba la vida, la sencilla y ordenada vida de colegiales...
Los que un día lo fuimos, en aquellos lejanos años, cuando aún no sabíamos nada del mundo ni de otras complicaciones...
(Fotografía tomada en agosto de 1983, desde el coro de la iglesia de los PP. Escolapios. La imagen de San José de Calasanz, que el 27 de noviembre era llevada en procesión por las calles de Jaca.)
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