a pesar de sus achaques, entre ellos el asma,
solía asomarse por las mañanas al balcón que daba a un
patio interior, por donde trepaba el grueso tronco de la parra,
y, tras asegrarse de que la Peña Oroel seguía en su sitio,
decía, con un aire digno de un filósofo estoico:
"Hoy...,
lloverá..., o no lloverá...
Y...
hará un tiempo
u otro..."
En fin...
Que Dios lo tenga en su Gloria,
pero habrá sido mejor, que,
al cruzar el río Leteo,
y beber de sus aguas,
olvidara el famoso dicho,
tantas y tantas veces repetido.
(Imagen: Balcón de la antigua casa. lasfotosdelcoco).
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