domingo, 25 de septiembre de 2022

Sólo con palabras... (2).






     En la calle del Carmen, había un pequeño establecimiento, regentado por Doña Julia Rufas. Allí podía hallarse todo lo necesario para un escolar: Lápices, gomas, cuadernos cuadriculados, de rayas o sin rayar, sacapuntas, plumillas y mangos donde asentarlas, reglas, escuadras y cartabones, cajas de lápices de color...

          Y tebeos!

         Puerta de entrada, y escaparate.  La puerta, al entrar, hacía sonar unos cascabeles o campanitas, nunca lo supe con seguridad. Y allí estaba la señora Rufas, tras el mostrador, siempre bien dispuesta para atender a sus clientes. Pequeña tienda, sí, pero la más concurrida por la población colegial. Porque, la buena señora, y era en verdad buena, había adoptado un sistema de cambio, de novelas y tebeos, incluso de aquellas fotonovelas que Corín Tellado producía con tanta facilidad. Las novelas que se intercambiaban, eran, sobre todo, del Oeste. 

         Lo importante en un país, es que se lea. Porque, de aquellas historias de broncas entre vaqueros, intrigas policíacas e historias de amor, más de uno pasaría a lecturas más profundas... Ojalá haya sido así!

         Claro, que, como niños, lo interesante eran los tebeos. Cambiar un tebeo, costaba cincuenta céntimos de aquellos, con su agujerito en el centro. Todos los jueves, iba con mis dos ejemplares en una mano, y una peseta en la otra, a la búsqueda de otros dos no leídos. La buena señora, tomaba tebeos y peseta, y me ponía delante, sobre el mostrador, un montón de "Jaimito", "TBO", "Pulgarcito" o "DDT", a los que pasaba revista, seleccionaba un par, y, previa despedida a Doña Julia, (...había que estar muy a buenas con ella...), salía camino de casa, resistiendo la tentación de comenzar a leer por el camino. 

            Por qué los jueves...?

         Pues porque era el día más relajado de la semana. Domingos y festivos...otro cantar. Y, con el bocadillo de queso, y los dos tebeos, sentado en una silla pintada de verde por mi abuelo, me sentía bien.

         Y sentirse bien, en aquellos tiempos, aunque fuese por un par de horas, constituía un lujo, visto desde ahora, que estamos machacados por la vida... Que sería de nosotros, sin esos recuerdos...?

          No puedo ni quiero pensarlo...!










          Archivo: jacaenlamemoria 

       






    

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