Septiembre, 1963...
Fue un verano caluroso...
Recorríamos las orillas del Gas,
en busca de ranas,
que, afortunadamente para ellas,
siempre se anticipaban
a nuestras intenciones,
y se lanzaban al agua,
allí donde sabían
que estaban a salvo...
El río tenía un especial atractivo,
era la imagen de la libertad...
Allí, podíamos correr, saltar,
gritar y reír ,
sin que nadie moderara
nuestras expansiones infantiles...
Una infancia que, poco a poco,
se iba alejando...,
o, acaso, éramos nosotros
los que la dejábamos atrás...
Y una mañana,
de principios de septiembre,
llegó la lluvia...
Hacía frío...
Era una lluvia fina, suave,
insistente...
Tras los cristales,
contemplábamos el cielo,
gris, uniforme...,
esperando ese deseado regreso del sol,
para volver a nuestras correrías...
Mientras, la lluvia,
teñía de un brillo triste los tejados...
(Imagen: Cámaras del Ayuntamiento de Jaca).
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