Aquella mañana de diciembre,
el ciprés,
engalanado de blanco,
aún parecía más oscuro...
Lo vi crecer,
despuntando apenas
sobre el muro de la terraza...
En él se refugiaban las palomas...
Y, en las noches de verano,
me gustaba aspirar
su aroma misterioso...
¡Qué habrá sido de él...!
Un día,
dejamos aquella casa...
Y ya no volví a contemplarlo...
A veces,
sueño con ese jardín...
Demasiadas veces...
Y me despierto triste...
(Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).
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