Mi tía-abuela Julia, que llegó a los noventa y siete años, se confesaba con D. Juan Francisco Aznárez, Canónigo de la Catedral, con quien tuve una buena relación, basada en nuestra común pasión por el Arte. D. Juan Francisco, siempre en horas discretas, se pasaba por casa de mi tía, y ella,más que confesarse, le contaba su vida de cada día, e incluso si el canario había cantado poco, porque el pobrecillo estuvo más horas de las debidas en el balcón...
Don Juan Francisco, a quien mi tía trataba de tú, porque lo había conocido siendo un mocoso,
escuchaba sus ocurrencias, y parece ser que se divertía mucho...
En cierta ocasión, mi tía Julia le dijo:
-¿Quieres que te diga una oración, que seguro que no te la sabes...?
El paciente canónigo, respondió que estaría encantado de apreder algo nuevo, y que sí, que se la recitara.
Y ésta es la oración que mi tía-abuela Julia, enseñó a D. Juan Francisco Aznárez, Canónigo de la Catedral, y una auténtica autoridad en arte románico, sobre todo del Pirineo de Huesca... Y no digamos de la propia Catedral de Jaca:
"Yo tengo un escapulario
de la Virgen del Rosario.
Cada vez que me lo pongo,
me acuerdo de San Antonio.
Cada vez que me lo quito,
me acuerdo de Jesucristo.
Jesucristo era mi Padre,
Santa María mi Madre,
los Ángeles mis hermanos...
Me cogieron de la mano,
me llevaron a Belén,
y de Belén a un Calvario,
y del Calvario a una fuente...
Y allí estaba San Vicente
con una Cruz en la Frente
para que no nos tiente el diablo.
Amén."
Mi abuela decía, que D. Juan Francisco, se quedó mirando a la ancianita, que ya estabá más allá que aquí, sonrió después, le dio la absolución, y se marchó con aire pensativo...
Nunca me atreví a preguntarle por la oración de mi tía-abuela Julia, que nos dejó en el otoño de
1977...
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