...siempre me fascinaron los lápices de colores...
Aquellas cajas de "Alpino", con su ciervo, sus prados y sus montañas al fondo, tenían un especial encanto...
En la Navidad de 1959-60, mi tío Antonio me regaló una estupenda caja de lápices.
Y yo los colocaba derechos sobre la mesa, y me recreaba en su contemplación...
Había de dos clases: Cortos y largos.
Normalmente, me compraban de los cortos, para colorear los dibujos que hacíamos con el hermano Tomás, el Padre Agustín López o el Padre Jesús Angulo.
Y si caía una caja de largos..., ¡bueno!
El Padre Santiago López me enseñó a utilizar los lápices de colores para algo más que llenar superficies...
Así, supe de la infinita variedad de tonos y combinaciones que podían lograrse...
¡Cómo me recreaba con aquellos sencillos dibujos...!
Las inmensas posibilidades de crear nuestro propio universo, o de recrear todo aquello que nos rodeaba, estaban dentro de aquellas cajitas de cartón..., que eran nuestro tesoro...
Sé que en el fondo de un armario, en alguna estantería..., todavía debe de haber dos o tres cajas de las de entonces...
(Imagen: Caja de lápices de colores "Alpino", años 60. Archivo: fotolog).
Como casi todo en internet, he desembarcado en este blog casi casi de casualidad y me ha sorprendido muy agradablemente como, sutilmente, van aflorando vivencias y recuerdos en cada una de sus líneas.
ResponderEliminarEnhorabuena, nos vemos en la red, un saludo desde Huesca.
http://manuellores.blogspot.com.es/
Huy, casi me olvido, yo era otro "Alpinista" de pupitre...;D...joer, que tiempos...
¡Hola! Gracias por tu comentario.
ResponderEliminar¡Anda, que no habré gastado cajas de "Alpino"...!
Como te saliera una caja de lápices de madera de poca dureza,
en cuatro vueltas de sacapuntas, otra nueva...
Saludos afectuosos, Enrique.-